martes, 1 de junio de 2010

NO HAY PELÍCULITA QUE AGUANTE SEMEJANTE CAÍDA


La caída incontenible de la popularidad del dictador venezolano, así como de algunos otros "sedocaudillitos" de la región, es algo tan evidente, que ni que Oliver Stone se dedique el resto de su vida a filmar las mentiras particulares de cada uno de ellos, alguien podría creerlo en el futuro cercano.

El oportunismo del cineasta ha funcionado hasta ahora, porque él mismo se lo creyó.

Es muy fácil creer en revoluciones a distancia, desde la comodidad de una buena mansión en el epicentro del Imperio.
¿Cómo es que si la historia es tan cíclica y repetitiva, aún hay gente que se trave a creer en estos cuentos de hadas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario