El Arzobispo de Porto Alegre, en Brasil, Dadeus Grings, embarró más la situación para la Iglesia Católica, y dijo al diario O Globo que los adolescentes son "naturalmente" homosexuales, y que la sociedad en general es pedófila.
Además agregó que los sacerdotes acusados de pedofilia ya habían recibido el castigo de la iglesia, y que la policía y las leyes del hombre nada tenían que hacer con eso.
Por suerte para mí, hasta hoy, a mis 48 años, no había escuchado de este indigno representante de la raza humana. Este tipo, en un desespero conservador y radical, pretende justificar las desviaciones sexuales del clero, echándole la culpa a toda la sociedad...Mezclando el concepto de amistad entre jóvenes del mismo sexo con el concepto de homosexualidad, y dando a entender que todos en la vida tenemos sentimientos pedófilos.
El señor Grings, con esta secuencia indetenible de estupideces, reafirma además que la homosexualidad es una enfermedad, y que los curas, como humanos que son, también pueden padecerla...y que la pedofilia es normal en nuestras sociedades, y que los curas, como miembros de esas sociedades, también pueden considerarla en sus conductas.
O sea, los curas son humanos y entes sociales sólo en lo que a defectos y desviaciones se refiere, pero el castigo a esos curas pedófilos ha de ser Divino y no Humano.
Muy conveniente y aún más aterrador.
Arzobispo Grings, déjeme recordarle que el mundo ya no guarda tantos secretos como antes, y que todos sabemos que el fenómeno de la pedofilia en la Iglesia (que por cierto viene de muchos años atrás), es producto indiscutible del celibato que tanto defienden. Díganos más bien a todos, que ese celibato poco tiene que ver con una condición de limpieza espiritual y sí con una posición meramente económica, ya que el Vaticano le saldría demasiado caro mantener a tantas familias de curas casados.
Si la Iglesia Católica no logra evolucionar y de paso taparle la boca a gente como Grings, la veo muy mal a la vuelta de la esquina...Muy mal.
