martes, 6 de julio de 2010
LA JUEZA JOAN LEONARD Y EL FANTASMA DE NORIEGA: EL TERROR ACTUAL DE CHÁVEZ
Asustado, muy asustado lució Chávez en el Consejo de Ministros trasmitido por Venezolana de Televisión (VTV) la noche del jueves, 20 de mayo 2010, cuando se refirió a una noticia llegada a Miraflores “sobre la detención en Miami de 14 venezolanos acusados por lavado de dólares provenientes del narcotráfico y de asociación con el narco terrorismo de las FARC y ELN colombianos.”
Los presentes observaron temblor de manos y de voz del Presidente, cuando les anunciaba: “el imperio y los pitiyanquis de aquí preparan ataque cruento contra nosotros: vienen por mí y no se extrañen de que sea con la excusa de implicaciones en el narco lavado. Quieren destruirme a mí y a mi revolución. Preparan un proceso judicial amañado, donde pretenden acusarme y condenarme por ser uno de los capos del narcotráfico aquí y en todo el continente”
“La juez que lleva el caso es aquella Joan Leonard, la misma que condenó a los héroes cubanos y puede haber recibido órdenes del Imperio de hacer con Chávez la próxima víctima. Yo soy el objetivo. Esa Jueza puede dictar una orden de captura en mi contra, así como contra ustedes, Elías, Jorge, Alí, Nicolás y muchos otros, quienes también pueden ser objeto de la persecución del imperio”.
Chávez con nerviosismo notorio, trajo la referencia al General y ex presidente panameño, Manuel Antonio Noriega, quien luego de ascender militar y políticamente de la mano del general Omar Torrijos, lo heredó en la presidencia del Istmo (1983). Y Desde ese momento sólo pensó Noriega en hacerse dictador vitalicio, sin desechar ningún medio para lograrlo.
Y fue en tales menesteres, intentando construir la dictadura y la dinastía, que Noriega descubrió que era un furioso antiimperialista, anti gringo, nacionalista cuya misión era despertar al continente, con el mensaje marxista y socialista, afirmando que había leído “El Capital de Marx” en el vientre de su madre. Deseaba Noriega como mestizo de indio y negro, despertar el orgullo de las razas, y sobre todo, ser un militar guerrero, con armas, desde machetes hasta misiles, ejércitos, milicias, reservas, pueblo revolucionario armado, que estaba dispuesto a desafiar y derrotar los ejércitos imperialistas si “hollaban el sagrado suelo de su patria, Panamá.” ¿No es la misma amenaza y cantaleta que Chávez vocifera a cada momento contra los venezolanos y los yanquis?
Era Noriega también un fanático de Fidel Castro y la revolución cubana, de Ortega y del sandismo, del Farabundo Martí y sus guerrillas, de Marulanda y las FARC; amigo y encubridor de narcoterroristas y de todo aquello cuanto pudiera contribuir a disimular sus desmesuradas y locas ambiciones de Poder vitalicio.
(¿Entonces tienen similitudes Noriega de ayer y el Chávez de hoy, en sus propósitos de asegurar el Poder vitalicio y en la elección de sus amigos y enemigos?)
Noriega aparecía en cadenas de la radio y televisión latosas e incontables, rodeado de ministros y generales sumisos, de revolucionarios endógenos y foráneos, especialmente cubanos fidelistas; organizaba y pagaba marchas y caravanas, desfiles, donde arengaba a los suyos y a las multitudes, para recibir aclamaciones tarifadas; vociferaba que no cedería ni milímetro de su tierra panameña a sus enemigos y que era su decisión hacer morder el polvo de la derrota al archienemigo de su pueblo y todos los pueblos latinoamericanos y la humanidad: el imperialismo yanqui.
(¿No es este el mismo discurso reiterativo y virulento de Chávez? )
Noriega, mantuvo relaciones intensas con el cártel de Medellín y el cártel de Cali, cuyos cabecillas, Pablo Escobar y Rodríguez Orejuela, visitaban frecuentemente Panamá y usaban su territorio como aliviadero de las flotas que viajaban al norte transportando cocaína. Previo pago de jugosos impuestos a Noriega.
Y la invasión norteamericana llegó el 20 de diciembre de 1989 y en menos de lo que canta un gallo, Panamá conoció la presencia de los marines, de los aviones Stealth y de los helicópteros Apache. Y el invencible ejército de Noriega, sus milicianos y reservistas, no se vieron por ninguna parte y del mismo Noriega no se tuvo conocimiento hasta cuando fue capturado en la Nunciatura Apostólica y llevado a los Estados Unidos, para juzgarlo y condenarlo a 29 años de cárcel por “narcotraficante y lavador de dinero proveniente del narcotráfico.” Noriega, al término de su condena en septiembre del 2007, esperó 3 años por una solicitud de extradición del gobierno de Francia, concedida en abril del 2010, “por narcotráfico.”
Las fotografías actuales de Noriega, deben inquietar y atormentar profundamente a Chávez. Porque Noriega está vencido, acabado, destruido por los años, abandonado por todos sus compinches narcoterroristas y prisionero común en Francia. ¿Qué piensa Chávez cuando mira los retratos fúnebres de Noriega? ¿Cómo considera su propia situación y el peligro real que avizora por seguir los mismos pasos criminales del rufián Noriega? ¿Siente Chávez que en poco tiempo se verá en un espejo, desvalido, débil, viejo, abandonado por los adulantes y chulos endógenos y forasteros? Durante sus desvelos torturantes, exclamará Chávez: ¿Dios mío, estaré yo mañana igual que este Noriega cadavérico? ¿Me hallaré yo también hundido en la soledad y la desgracia?”
Vemos aterrorizando a Chávez por el juicio de Miami y por la detención de los 14 venezolanos, procesados por la jueza, Joan Leonard. Por curiosidad debemos indagar: ¿Tiene Chávez razones para estar tan preocupado por ese Proceso y cree que vengan por él sorpresivamente o que lo apresen en alguno de viajes revolucionarios por requisitoria de la Justicia norteamericana?
El giro “inesperado y dramático” puede venir de allá y Chávez está aterrado, porque hay decenas de refugiados en EEUU, quienes hasta hace poco tiempo fueron sus aliados, sus protegidos y socios en los negocios sucios con Cuba, Nicaragua, Honduras (de Zelaya), Bolivia y con los narco lavadores revolucionarios. A muchos de ellos Chávez los “echó al pajón” y les pilló buena parte de la fortuna mal habida, confiscando sus propiedades y a la vez sometiéndolos al escarnio público, acusándolos de “ricachones, bandidos, hampones y especuladores del pueblo” contra quienes ordena persecución bajo el terror policial y judicial, allí donde nada bueno pueden esperar. Ahora ellos, los antes protegidos, banqueros y contratistas prófugos, aseguradores abandonados y traicionados por su antiguo jefe, pueden conseguir ventajas en EEUU, si declaran la verdad ante la Juez Leonard.
Chávez tiene razón para estar desesperado, porque sabe que sus antiguos socios y compinches, quienes guardan muchos secretos sobre casos punibles, son ahora defraudados y enemigos suyos, que pueden negociar su libertad y otras concesiones, a cambio de la condena y encarcelamiento de Chávez, sus familiares y los colaterales cubanos. Tienen los fugitivos una venganza al alcance de la mano. Quienes delinquieron junto a Chávez y fueron traicionados por e l capo mayor, pueden facilitar el castigo de quien tanto daño ha hecho a sus coterráneos y a los pueblos iberoamericanos.
¿Cómo explicar o entender la arremetida feroz de Chávez contra la propiedad privada y especialmente contra las organizaciones productoras, almacenadoras y distribuidoras de alimentos que aun no controla el gobierno? Las acciones terrorista oficiales se arreciaron durante los meses de enero, febrero, marzo, abril y mayo de este año. En primer lugar el Presidente busca pretextos para ocultar o disculparse de sus fracasos como administrador de 3 millones 500 mil hectáreas de tierras productivas, confiscadas a sus legítimos dueños. Ahora ni existen los bienes habidos legalmente ni se produce nada.
El fracaso con la estatización de las CVG y las Empresas Básicas, hoy en bancarrota y sus trabajadores en rebelión contra el patrono Estado. El fracaso con los bancos estatizados y los servicios públicos centralizados, hospitales, puertos, aeropuertos, peajes. Busca ocultar el crimen de sus amigos cubanos fulleros, cuando dejaron descomponer miles de toneladas alimentos en puertos estatizados y almacenadoras bajo control de funcionarios del gobierno. ¿Por qué este crimen? Para cobrar seguros, obtener nuevas licencias de importación y dólares a precio oficial. Así pueden comprar a Cuba cuantos productos esa nación adquiera para Venezuela los mercados de pacotilla del mundo entero.
Los casos de las Empresas Polar y Friosa, entre otras, son ataques suicidas de un gobernante desquiciado psíquicamente, quien al sentirse amenazado por una Justicia que no puede sobornar ni controlar, pretende salvar su pellejo, para cual aspira que elevar geométricamente su riqueza y asegurarla en otros países donde pueda refugiarse. A Chávez le importa poco el naufragio de Venezuela, siempre que logre una vía de escape, tanto para eludir la Justicia, como para guarecerse temporalmente de la muerte física, porque moral y éticamente ya esta muerto.
Caracas, 28 mayo 2010.
Transcribe y Distribuye:
CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS CIVILES Y MILITARES
Nota: No olvidar que hay otros juicios contra Chávez: En la Corte Internacional de La Haya, por violación de leyes Internacionales y en Tribunal Español, por el caso de terroristas de ETA y varias denuncias en la Comisión de Derechos Humanos de la OEA.
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