Con una denuncia moral contra el excesivo consumo de pollos y su vínculo hormonal con el carácter homosexual de cada día más hombres...
Con una defensa extrema a la hoja de coca...
Con un abierto odio al capitalismo y a su "indudable" influencia en la destrucción del planeta...
Con una invitación a vivir como los indígenas...
Con todo esto terminó por fin la Cumbre sobre el Cambio Climático, en Bolivia.
Un montón de paja descontrolada, mezclada con un tema ideológico que no tenía la menor cabida, se convirtió en los discursos de Evo y Hugo, quienes en su incuestionable incultura, volvieron a tomar un foro (en teoría) importante, para decir las estupideces de siempre.
La cosa es que la Tierra sigue pidiendo compasión, y en los países socialistas la situación no es nada diferente.
Si Chávez se pone su guayuco, y en lugar de tanto viaje y tanto lujo, decide vivir bajo el remanso vegetal de un techo de palma, comenzaré a creerme aunque sea parte de sus intrascedentes discursos.
Mientras tanto, sigo escuchando las mentiras de un mitómano compulsivo, un egocentrista con precedentes sólo entre los peores dictadores del mundo, y un incapaz fuera de borda.
