El sistema inmunológico es el encargado de proteger al organismo. Funciona como un ejército dispuesto a limpiar y reparar tejidos, impedir que entren bacterias, virus u otros agentes patógenos, identificar falsificadores, etc. Una cantidad inmensa de procesos complejos y muy específicos se desencadenan, una vez que el cuerpo percibe el peligro y da la señal de emergencia.
La reacción del sistema inmunológico y la respuesta al estrés están muy relacionadas. Se sabe que el estrés sostenido o que se hace crónico, debilita el sistema inmune volviendo el organismo propenso a las enfermedades.
El trabajo del sistema inmune se inicia con la PERCEPCION DE UNA AMENAZA, un desequilibro o un llamado de atención, exactamente lo mismo sucede con la reacción de estrés solo que los estímulos que desencadenan la reacción inmune son diferentes a los que desencadenan la de estrés, pero en ultima instancia muchos de los mecanismos de una y otra reacción tienen una vía final común.
El cuerpo hace lo que la mente dice. La percepción de peligro puede ser REAL O IMAGINARIA, el sistema no tiene tiempo para reconocerlo, es necesario actuar y así se hace. El proceso que se desencadena y el consecuente gasto de energía, es el mismo.
Ahora, imagine por un instante el gasto de energía que supone que continuamente se estén mandando mensajes de desequilibrios existentes o no. Imagínese además, que usted no maneja bien sus niveles de estrés y continuamente “siente” que está en tensión.
El estrés patológico produce síntomas muy diversos que se manifiestan por alteraciones de casi todos los órganos del cuerpo humano: cardiovascular, endocrino, circulatorio, digestivo, músculo esquelético nervioso y también alteraciones en el sistema inmune y si las situaciones se mantienen por mucho tiempo y el estrés se vuelve crónico también los síntomas se volverán crónicos pudiendo a veces producirse enfermedades algunas muy serias.
Las técnicas que se utilizan para proteger la salud, manejar el estrés también sirven para fortalecer el sistema inmunológico algunas de ellas muy sencillas para utilizar en momentos de transición o cambio.
Al levantarse, tome unos minutos para estirarse en la cama. Marque la transición entre estar acostado y de pie.
Respire, tome aire conscientemente y trate de llevarlo por todo su cuerpo, si es posible visualice como el combustible del oxigeno llega a cada célula de su cuerpo. Bote el aire y visualice como toxinas y desechos son expulsadas.
Relaje y contraiga cada parte de su cuerpo, ayúdelo a despertar.
Agradézcale a la vida la posibilidad de vivir un nuevo día.
Repita afirmaciones donde declare que se siente bien, que está equilibrado.
Adopte un régimen sano de alimentación y de ejercicio físico. Entrénese en el manejo de conflictos y en los instrumentos que existen para controlar la ansiedad, la angustia y la depresión.
Si logra incorporar algunas de estas rutinas a su vida diaria muy pronto notara como su salud mejora y aumenta su bienestar y su felicidad.
En estos dias, estamos estrenando un blog donde aparecerán los artículos de Sin Estrés y será un espacio abierto para compartir y conversar sobre los temas que nos interesan. El acceso es libre a través de
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