lunes, 12 de abril de 2010

SI NO LLUEVE NO HAY LUZ, PERO CUANDO LLUEVE...SE VA! (por Carolina Jaimes Branger)


Cuánto me indigna el conformismo del venezolano! Hace dos semanas llegué al banco a las dos y media de la tarde y estaba cerrado porque no había luz. En efecto, cuando volvió la luz, abrieron las puertas. Estando en la fila para depositar, la luz ¡zuas! se volvió a ir. A la repentina oscuridad la siguió un generalizado suspiro de resignación. Nada de quejas. Silencio total.

"¡Hay que ver qué estúpidos somos los venezolanos que aguantamos todo!" dije en voz alta. Mi comentario abrió paso a una serie de comentarios -todos en la tónica de "y qué vamos a hacer". Exactamente lo que quiere el Gobierno. Acorralarnos de tal manera, acosarnos de tal manera, amedrentarnos de tal manera que la respuesta sea paralizarnos.

El jueves pasado, el presidente Chávez prorrogó la emergencia eléctrica. En otras palabras, prorrogó el que continúen los cortes y racionamientos que son sólo responsabilidad suya y de su inepto Gobierno. Desde 2003 se había advertido que la crisis de luz venía, que había que invertir, mantener, reparar. Entiendo que se dispuso de importantes recursos para ello. ¿Estará el Contralor averiguando dónde fueron a parar esos recursos?

Es indignante ver los carteles de "alto consumidor de electricidad" que han colocado en oficinas y negocios. Justamente quienes han pagado la peor electricidad al mayor precio, y encima han subsidiado a los millones que se la roban, son los "grandes culpables" de la desidia gubernamental.

"Menos mal que estamos en revolución", dijo Chávez hace unas semanas "porque no quiero imaginarme lo que hubiera sido esta emergencia eléctrica durante la IV República". Pues yo sí me la imagino: La Electricidad de Caracas hubiera seguido funcionando tan bien como siempre lo había hecho. ¡Qué desacierto tan terrible haberla nacionalizado para destrozarla, como ha ocurrido con prácticamente todo lo que se ha nacionalizado, expropiado y renacionalizado! Y Cadafe, que ciertamente no funcionaba bien, hubiera seguido dando tumbos, pero con luz la mayor parte del tiempo.

La revolución es oscuridad en todo sentido. Hace unas semanas el Gobierno decía que no había luz porque no había llovido. La semana pasada, que se fue la luz porque llovió. Yo tenía una luz, que a mí me alumbraba... y venía la revolución y ¡zuas! y me la apagaba

EL DÍA QUE CHAVEZ SE RINDIÓ (por Eduardo Velasco)


Fueron días intensos, los que precedieron a la renuncia del caudillo. Y aunque estábamos en pleno paro y cada marcha era más comprometida que la anterior, no podía adivinarse que algunas horas más tarde, los venezolanos regresaríamos, aunque fuera por algunas horas, a la IV República.
En medio del caos, de los gritos que cada vez se acercaban más al final y de una esperanza que comenzaba a asomarse por todas partes, los venezolanos caminamos y caminamos con la fuerza que da la libertad a la vista y con una valentía sin comparación que hoy sigue siendo la envidia de nosotros mismos.

Se anunciaban muertos, y también se anunciaba que a pesar ello nadie daba un paso atrás. Aún están presentes en la memoria los enfrentamientos con la Guardia Nacional y con algunos delincuentes armados que desde Llaguno defendían su revolución con la más cobarde exhibición de malandraje y bajeza.
Y para no dejar cabo suelto, previamente el régimen había colocado francotiradores en los edificios gubernamentales que quedaban a lo largo de aquella gran caminata.
En un momento, en las radios que la gente portaba para enterarse de lo que sucedía más adelante, empezamos a escuchar de la deserción de algunos militares que se negaron a obedecr las órdenes genocidas del dictador, quien en la mitad izquierda de una pantalla dividida, afirmaba que todo estaba en orden, como si la gente no viera lo que ocurría en la otra mitad.
Hacia la noche, cuando ya las ratas se habían escondido en sus respectivas madrigueras, la máxima autoridad militar anunció sin pelos en la lengua que el caudillo había renunciado.
Cuántas lágrimas de emoción dejamos rodar los venezolanos esa noche, cuando las noticias anunciaban todo aquello, y el país se convencía de que tanta sangre y tanta muerte habían valido la pena.

Y cuando aún le estábamos agarrando el gustico a reestrenar aquella libertad perdida, la traición y el egoísmo se dieron cita y nos hicieron perder esa única oportunidad de lograr lo que ya habíamos logrado.
Así, el esfuerzo de todo un pueblo se fue en barrena, y de pronto ya la sangre y los muertos comenzaron a ser una "lista de lástimas" que aún hoy se preguntan "¿por qué?".

Las ratas comenzaron a salir de nuevo como un inequívoco indicio de que muy pronto la dictadura estaría de vuelta, y en un discurso de retorno que nos hacía intuir toda la mentira que comenzábamos a vivir desde esa noche, el caudillo, con tono humilde y arrepentido proclamó una nueva era de reconciliación que jamás habría de llegar, y que muy lejos de ello, sería una era de odios inventados y de venganzas permanentes.

Nuestro regreso a la IV República fue una ilusión que apenas rozamos, y que se desvaneció con una V República que escribiría y sigue escribiendo las páginas más tristes y lamentables de la historia venezolana.

¿Qué pasó? Jamás lo sabremos a ciencia cierta, pero a partir de entonces, el país comenzó a quebrarse y la patria siguió los caminos de cada venezolano que decidió probar suerte en otras tierras o se quedó soportando la ausencia de sueños libertarios.

DELINCUENTE...¿QUIÉN?


Cuando un tipo de la calaña de Daniel Ortega estiqueta de delincuente al disidente cubano Orlando Zapata, fallecido tras una huelga de hambre en defensa de sus ideas, la humanidad vuelve a enfrentarse a la misma triste realidad que a diario se enfrentan los nicaragüenses, los venezolanos, los cubanos, los ecuatorianos, los bolivianos, etc, etc, etc...
La mentira convertida en verdad, la ofensa convertida de sistema, el abuso convertido en costumbre.
El señor Ortega, como cualquier otro dictador de poca monta en la región, habla como si la historia no fuera una sombra que nos acompaña hasta en los momentos de menos luz.
Si no fuera por la mala memoria y la ceguera de nuestros pueblos, especímenes como este pequeño presidente no podrían ni mirar a la cara a uno solo de sus compatriotas.

LA OPOSICIÓN PARECE QUE AÚN NO HA COMPRENDIDO...


Los venezolanos no le pedimos nada a los líderes opositores...LES EXIGIMOS que se comporten como gente grande, y que entiendan la coyuntura histórica que está viviendo el país.
Realmente me repugna ver los pleitos que hasta ahora han dejado asomar públicamente, en un reflejo clarísimo de que ninguno aún ha comprendido cuál es el verdadero objetivo, que va mucho más allá de ocupar un puesto en la AN, o de convertirse eventualmente en un próximo candidato presidencial.

Si no recapacitan y dejan de lado por un rato ese afán egocéntrico de resaltar individualmente, el día de mañana NADIE les perdonará semejante estupidez.