Aún se escuchan los lamentos de Maradona tras haber perdido algo más que contundentemente ante los alemanes. El "revolucionario" antigüo dios sureño no sabe el peso que tiene el apoyo incondicional del dictador venezolano sobre el destino de su equipo y de él como Director Técnico.
Lo mismo sucedió con la selección brasileña. Lula todavía está arrepentido de haberle regalado al caudillo la camiseta del equipo verde amarillo. El destino estaba escrito, esa suerte de midas "excremental" convirtió en mierda las posibilidades de Brasil de seguir en el Mundial.
Cuando en el mundo hay un anti-líder como Chávez, créanme que a uno no le queda más remedio que creer en la pava.
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