jueves, 22 de abril de 2010

CON TIROFIJO EN LA FRONTERA, SIGUE LA GUERRA SICOLÓGICA


El régimen venezolano, en la figura de su (por ahora) dictador, arremete de nuevo contra la dignidad de los colombianos, esta vez (y no es la primera) por medio de la provocación. Esa provocación de muy bajo costo, tan propia de los matoncitos de barrio que salen corriendo a la menor amenaza.

Nada más original se le ocurrió a Chávez que mandar a erigir (nuevamente, pero esta vez en la frontera con Colombia) una efigie del extinto guerrillero Marulanda (alias "Tirofijo"). Pero por si fuera poco, este asesino a quien se le rinde tanto tributo desde las bancadas oficialistas venezolanas, comparte esta vez espacio con el Che, con Fidel y con Simón Bolívar.

Esa eterna provocación del caudillo a los colombianos, no es otra cosa que una forma de guerra permanente que, aún sin balas, busca sacar de sus casillas al gobierno vecino, que por suerte para todos ha demostrado ser ecuánime y maduro.

Esta es una guerra barata, señor Chávez. Pero no olvide que al final, siempre, lo barato sale caro.

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