lunes, 28 de febrero de 2011
SEMILLAS DE...
POLÍTICA
27 F
¿No volverán?
∙ Durante la conmemoración oficialista de los 22 años del “Caracazo” en la redoma de Petare, el Presidente Chávez advirtió a la dirigencia opositora que más nunca volverán a gobernar “ni en elecciones ni por otra vía que inventen o les inventen sus amos del Pentágono”. Igualmente, desestimó que en el país se desate una revuelta popular en su contra e instó a la dirigencia del PSUV a fortalecer la unidad de cara a las elecciones del 2012. Con su habitual bravuconada, esa que se magnifica exponencialmente cuando se siente arropado por el calor de las masas, Chávez sentenció que la oposición no regresará al gobierno bajo ninguna circunstancia. La afirmación, por si sola, no tendría mayor trascendencia que la de una frase electorera lanzada con el propósito de enardecer a sus seguidores. Sin embargo, ubicadas dentro del distorsionado contexto político venezolano, la expresión toma tintes de amenaza. Las limitaciones impuestas a la oposición, bien sea a través de la creación de organismos que resten competencias sus cargos electos, o la inhabilitación política de cualquier dirigente contrario al oficialismo que pudiera tener algún tirón popular, son medidas tomadas con el único propósito de anular sus posibilidades de acceder al poder. Pero si a eso se suman las declaraciones del General Rangel Silva sobre la eventual negativa del ejército a reconocer un gobierno electo de oposición, lisonja que de paso le mereció una importante promoción, entonces el “no volverán” se convierte en peligrosa sentencia. ¿Habremos visto ya todo lo que puede hacer el gobierno para aferrarse al poder? Con toda seguridad, no.
DERECHOS HUMANOS Venezuela al margen
∙ Venezuela deberá rendir cuentas ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la decisión de inhabilitar al ex alcalde de Chacao, Leopoldo López. Todo indica que se producirá un fallo que ordene anular esta sanción, aunque, como ha ocurrido hasta en ocho ocasiones previas, es poco probable que el Gobierno acate esa decisión a pesar de que constitucionalmente se establece el carácter vinculante de las decisiones de organismos como la CIDH. En 2003, el TSJ estableció que él es quien decide que resolución de los organismos internacionales se ejecuta en el país y cuál no. Los delirios de grandeza del régimen parecen no tener límites. Si se parte principio de que toda acción genera una reacción, es de suponer que tarde o temprano las acciones del Gobierno en el marco institucional internacional comenzarán a generar sus correspondientes reacciones. Con los años, la revolución parece haber caído en una odiosa práctica, más propia de niño malcriado que de Gobierno Nacional, de ir contra corriente, de contradecir lo que dicen los organismos internacionales, de cuestionar a la opinión pública mundial y aliarse con los más indeseables amigos posibles, todo ello avalado en supuestos antiimperialismos o preceptos de soberanía barata. El desconocimiento de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos serían, dicho en criollo, “una raya más pal’ tigre”. La asociación con gobiernos de corte totalitario y dictatorial, la descalificación de instituciones como la ONU o
la OEA o de cualquier gobierno que no forme parte de su círculo han sido constantes y reiteradas a lo largo de la última década ¿Hasta dónde podemos permitirnos, como país, seguir asumiendo ese rol disidente y salir indemnes? Como dice la sabiduría popular, “a todo cochino le llega su sábado”. Lo lamentable es que no será solamente el cochino el que sufrirá las consecuencias.
ECONOMÍA
INFLACIÓN
Primero que no, ahora que sí
∙ El presidente del Banco Central de Venezuela, contradiciendo lo que hasta ahora se había asegurado desde el Gobierno, admitió que la unificación cambiaria a 4,30 bolívares por dólar que rige desde este año incide en el costo de la vida. Sin embargo, matizó la situación indicando que la especulación es igualmente responsable de la creciente inflación. Así mismo, pronosticó un crecimiento de la economía en el 2011 La amnesia selectiva parece ser una patología en las filas del Gobierno. Lo que se dice hoy se contradice mañana y no pasa nada. Lo malo es que pareciera que esa condición afecta también a buena parte de la opinión pública. Las declaraciones de cualquier vocero del Gobierno hacen efervescencia durante un rato, pero luego caen en el más oscuro de los olvidos. Desde el momento en que se anunció la unificación cambiaria (devaluación, para llamar a las cosas por su nombre) el Gobierno afirmó y reafirmó que la eliminación del cambio de 2,60 no incidiría en los precios. Apenas dos meses después, un vocero tan “calificado” como lo puede ser el Presidente del BCV reconoce que en realidad sí lo hace. Una contradicción más ¿Se habrá convertido en política de Estado?
INTERVENCIONES EN EL SUR DEL LAGO
Falta de mantenimiento
∙ Los procesos de mantenimiento comienzan a verse afectados en las tierras "rescatadas" en el Sur del Lago. En los cultivos de plátano, que requieren de rigurosos cuidados que de no atenderse adecuadamente comprometen la producción, se ha detectado la presencia de un hongo para el que existe un fungicida específico, pero tras la intervención de Agroisleña dejó de encontrarse. Por otra parte, las plantaciones de palma aceitera se están viendo afectadas por una plaga de gusanos para el que tampoco se están aplicando de momento los correctivos necesarios. El Gobierno parece empeñado en superarse a si mismo. Desde que comenzó su euforia expropiadora ha sido siempre consecuente con su tendencia a acabar en poco tiempo con todo aquello que se apropiado bajo los más bizarros pretextos. Las tierras del Sur del Lago y Agroisleña, no podían ser la excepción. Sin embargo, parece que estos casos están sirviendo de modelo para bajar los tiempos necesarios para destruir aquello a lo que le echaran mano. En pocos meses ya escasean los productos necesarios para mantener los cultivos y las cosechas de plátano y palma están en peligro por plagas, y es difícil no preguntarse si esto es simple incompetencia o si realmente lo que se busca es acabar con la producción del país, aunque, siendo ambas cosas totalmente inacepta
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