Para los líderes comunistas, dormidos en la historia y cobijados en su propio ego, no hay diferencia alguna entre un delincuente común y un disidente. Debe ser por eso que a ambos los meten en las mismas cárceles, les imputan los mismos cargos y los entregan por igual al escarnio público con el mismo énfasis “legal”.
Tal vez no se han dado cuenta, estos pequeños dinosaurios llamados dictadores, que el verdadero delito está en robarle a una persona su derecho a opinar, y más allá, su derecho a “no estar de acuerdo”. Tal vez no se han dado cuenta, estos dueños de la mentira y de la burla sistemática, que el verdadero delito está en obligar a todo un pueblo a conformarse con lo poco que ellos pueden o quieren darle. Tal vez, son estas tragedias históricas convertidas de pronto en “presidentes”, quienes tendrían que estar tras las rejas. Y si así fuese, entonces, sí es verdad que no habría ninguna diferencia entre un delincuente común...y ellos.
Por eso, detestables personajes de la política más decadente de América Latina, sólo les recuerdo que Orlando Zapata murió con la boca cerrada, pero llena de verdades que todos conocemos…y Guillermo Fariñas hoy se encuentra en esa frontera que lo separa de la vida, justo ahí, donde ustedes son los culpables y todos….somos cómplices.
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