Cuando el esperpéntico dictador venezolano hace algunos años emprendiera su conquista ideológica por los pueblos de América, se creyó que sería sencilla la labor de comprar conciencias a punta de petrodólares.
La indigencia política de algunos países, le hicieron posible los primeros éxitos al respecto: Nicaragua, con un patético ex¬-guerrillero reincidente…Bolivia, con un también patético y recién estrenado Pocahontas…Ecuador, con un oportunista aprendiz de caudillo, Argentina, con esa triste estampa de prostituta retirada.
En fin, todos presidentes que se arrodillaron sumisos a los caprichos de
El Niño: el dueño de la pelota, el amante de la discordia, el heredero (según él) de la Campaña Admirable iniciada por Bolívar.
Hoy, esos siguen siendo los gobiernos que van con Chávez arrimados a su suerte.
Por otro lado, la dignidad aún se conserva casi intacta en países como El Salvador, que a pesar de tener un presidente de izquierda, advirtió desde el inicio que nada tenía que ver con Venezuela ni con el ALBA. Asimismo Chile y Brasil, con las típicas sonrisas de la más estereotipada diplomacia, decidieron desde hace rato que su camino en la historia nada tenía que ver con aliarse al engendro de Barinas…y hoy menos aún, cuando los chilenos están de regreso a un gobierno de derecha.
Y dejo para el final el caso de Honduras, que de manera magistral y envidiable, resolvió sin chistar y sin perder tiempo, el potencial problema en que se estaba convirtiendo su asombrerado y seudotejano presidente.
Así las cosas, el dictador venezolano realmente es dueño de unos cuatro gobiernitos en quiebra, con los que no completaría ni para un partido de fútbol.
Como vemos, la única forma de que el régimen exhiba conquistas realmente visibles y claras, es utilizando la técnica (por demás malandra pero efectiva) de la expropiación.
De resto…es dueño de nada!
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